Tal vez hoy o mañana, o quizás de manera permanente por
ahora, tomes once solo o sola. Bueno, en definitiva no estás del todo en
solitario, ya que los oncelovers nos acompañamos a distancia. Cuando tú
estás en un lugar con un té en la mano, hay alguien que también lo está
haciendo en otro sitio, en el mismo momento. Créeme.
En fin, estás en tu casa y has llegado del trabajo. Se ha
terminado la jornada de estudio. Has parado las labores del hogar. Vives solo. Tal
vez tienes una mascota y la saludas. Tienes hambre, sed y, sí, estás cansado.
Necesitas abstraerte del mundo por un rato y qué mejor que preparar tu once, disponer
un espacio en la mesa o en el sillón y perderte por unos instantes mientras
disfrutas de lo que tienes ante ti. Dedícate el tiempo que mereces y las
atenciones que necesitas. Pon un mantel o un individual lindo, una servilleta
que te guste, la taza o el tazón favorito. ¿Tendrás unas tostadas con
mantequilla y palta que te animen? Espero que sí.
¿Y un libro? ¿Qué te parece?
Una lectura liviana. No te recomendaré el Quijote, a pesar
de amarlo. Te diré que leas algo sencillo, pausado, simpático. Algo que te
reconforte. Se me ocurrió el siguiente texto:
Paso a paso y palabra a palabra, te lleva a una experiencia
agradable que te permite pensar en cada instante del día que ha sacado una sonrisa
en ti, ha despertado la ternura o te ha hecho suspirar de alivio. Sin ser una
obra maestra, este libro es ideal para una tarde en que estés agotado y quieras
sentir que el mundo es un lugar pacífico y feliz en el cual refugiarse. Te
invito a leerlo, en papel o de manera digital. No te arrepentirás. O, por lo
menos, logrará que te distraigas un poco. Tu once y un libro, un excelente match.